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de tanto tiempo no es consecuencia sino de la necesidad de poner en negro sobre
blanco aquello que me ronda la cabeza desde hace mucho tiempo.
Tras largas temporadas soñando con ver
a Fernando Alonso vestido de rojo, nos hemos encontrado con la cruda realidad
de una Fórmula 1 moderna, inestable en regulación y ofuscada con el control de
costes. Crisis aparte es cuando menos preocupante que la más avanzada categoría
del automovilismo (con permiso de los americanos, claro) esté más preocupada del
ahorro de costes que de la tecnología. El problema, no perdamos la perspectiva,
es que esto no es otra cosa que un gran negocio y la parte deportiva viene por
añadidura. Si el objetivo fuera la competición pura y dura, y poner en valor la
destreza de los pilotos, tendría que haber igualdad mecánica, pero eso, amigos
míos, tiene varios nombres: GP2, GP3, World Series by Renault… pero ninguno es
F1!
La obsesión por la reducción de costes no
es otra cosa que una protección de cashflows para Bernie Ecclestone. Más allá de McLaren y Ferrari
(Red Bull hasta que se demuestre lo contrario está de paso), el resto de
escuderías, incluidas las míticas Williams, Renault y Mercedes, dependen
demasiado de la salud de sus finanzas para poder seguir subidos al carro del
Gran Circo. No sería fácil correr con
una parrilla de cuarto coches. Tal vez si cambiaran las tornas se apuntarían
nuevos o no tan nuevos integrantes (Audi, Porsche…) pero ese es un riesgo que muy pocos están dispuestos a correr. Cierto es
que sin límites presupuestarios se gastarían, como antaño, cantidades ingentes de
dinero para mejorar una décima, pero yo me pregunto… ¿qué estamos a setas o a Rolex?
En este terreno escabroso, de continuos
cambios, aerodinámica, trabajar al límite del reglamento e ingenio, no hay
nadie como Adrian Newey… ni de lejos. Y a Ferrari, cuyo punto fuerte siempre
han sido los motores, le han cortado las alas y se las han dado a los
austríacos. Es lo mismo que le ocurriría al FC Barcelona si la UEFA decidiera
poner un tiempo máximo de ataque como en baloncesto o a Cristiano Ronaldo si de
repente “no valiera trallo”.
A partir de ahí han sido siempre falsas
expectativas o una lucha sin descanso para desenvolverse en un terreno hostil. Este
año el problema de base ya no es el túnel del viento. Ferrari para 2013 ha
cerrado el de Maranello y está usando el de Toyota en Colonia que utilizan
muchos equipos de numerosas categorías y funciona perfectamente. Lo cierto es
que últimamente las actualizaciones no están dando los resultados esperados… bueno para ser exactos si
funcionan individualmente, pero al ponerlas todas juntas se canibalizan unas a
otras… y es ese escenario, no es de extrañar que los del Cavallino Rampante
afirmen que aún hay mucho margen de mejora… lógico, tienen todo el trabajo
pendiente…
Excusas a parte, el problema, una vez
más, es que la aerodinámica nunca ha sido el fuerte de Ferrari. Enzo Ferrari
decía aquello de "la aerodinámica es para los que no saben construir
motores"... otros tiempos sin duda. Desde 2006 con la congelación de los propulsores no han vuelto a
ser los mismos. Al principio con test ilimitados y circuito propio en Maranello
han podido sobrevivir gracias a su presupuesto, recursos y capacidad de trabajo.
Ganaron en 2007 gracias a ello y la inoperancia, nula gestión e inmolación de McLaren,
aunque a partir de 2008, con la prohibición de test, nos ha tocado vivir la época menos
propicia. El propio Fernando Alonso allá
en su época de Renault se quejaba amargamente alegando cosas como que Ferrari
fabricaba una pieza en 3-4 días y ellos tardaban 3-4 semanas.
A pesar de todo han estado a punto de
ganar en 2010 y 2012 gracias a un mago asturiano que no es precisamente Anthony
Blake. La cosa no pinta bien una vez más, cierto (el año que viene con nuevos
motores, otro gallo cantará, aunque en Renault tampoco son cojos… especialmente
construyendo motores turbo), pero Alonso no será el primer gran campeón
injustamente tratado por la historia, ni el último, aunque a mi me ha hecho tan
feliz en un mundo históricamente hostil para los españoles (¿Alguien se acuerda
de nuestros representantes Luis Pérez Sala o Adrián Campos?... yo si… un mundo aparte) hasta la
aparición del genio asturiano, que todo me parece un regalo... Hasta sus
remontadas épicas... Ayer ha tocado otra, aunque la suerte, tantas veces esquiva
y una más que decente gestión del caos desde el muro de la escudería de
Maranello hayan ayudado… y mucho. Y aunque
ya es un poco cansina la historia de la temperatura del asfalto, la meteo, la suerte, zona limpia-zona sucia…
tantos, tantísimos factores que se tienen que alinear para que los que van con
la lengua fuera puedan triunfar… yo por mi parte sigo emocionado, agradecido e ilusionado... queda mucho mundial y todo puede pasar... especialmente con el mejor piloto de la parrilla a los mandos de un equipo fuerte, trabajador e histórico como Ferrari... y si no... ¡el año que viene volveremos más fuertes!
Ahora, por el momento, queda otra guerra… la de los
neumáticos… pero eso… es otra historia.